martes, 10 de marzo de 2015

Sobrevive el Desierto con Dios

Estoy fascinada de la rosa del desierto. Tiene raices largas y esparcidas para almacenar la lluvia cuando llega. Así se mantiene hidratada en tiempos de sequía. Sus pétalos no son como las de otras flores que se desvanecerìan en solo segundos ante tanto calor.  Son muy fuertes, gruesas y resistentes a las tormentas de arena, a los imperdonables rayos del sol y al frío inmenso de las madrugadas.  Cuando parece estar muerta de tanto azote,  arde oculta en su interior la vida misma.
Astùtamente descansa cuando debe, espera pacièntemente y regresa cuando es oportuno... Vuelve a crecer,  brota de ella un tallo màs fuerte, raíces màs sòlidas y es màs  intenso su color. Sabes: "Somos como esa flor cuando tenemos a Dios en nuestro peor desierto." Cuando estas en el desierto con Dios y le crees a El, en tu interior corren rìos de agua viva que te sacian ( Juan 7:38). Cuando las tormentas te tiran al suelo,  y el frío de las noches largas de soledad te atacan,  el grueso escudo de tu "fe" te cubre y te ayuda a permanecer (Efesios 6:16). Aunque estès derribado por un tiempo, no estaràs destruído
(2 Corintios 4:9) porque en tu debilidad el poder del Señor se perfecciona (2Corintios 12:9). Sabes cuando descansar y esperar pacièntemente a Jehová ( Salmo 40:1).  Retornas del desierto con màs fuerzas,  raíces màs profundas en Cristo Jesús, y con un corazón alegre que hermosea cada pétalo de tu rostro (Proverbios 15:13). Eres esa flor en el desierto: resiliente, hermos@, valiente, capaz. Arde el fuego del Espíritu de Dios en ti...y nada podrá apagarte.

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